II-RESUMEN:
La inteligencia ecológica ilustra a la perfección la capacidad de
aplicar nuestro conocimiento de los efectos de la actividad humana para hacer
el menos daño posible a los ecosistemas y vivir de un modo sostenible en
nuestro nicho, que en el momento actual, abarca la totalidad del planeta.
Las exigencias a las que hoy en día nos enfrentamos requieren de una
sensibilidad que nos permita reconocer la compleja y sutil red de
interconexiones que vinculan la vida humana a los sistemas naturales.
El despertar de esas nuevas posibilidades puede llevarnos a abrir
colectivamente los ojos y modificar nuestras creencias y percepciones más
básicamente en un sentido que provoque cambios tanto en el mundo como en nuestras
acciones.
Palabras claves: 1-naturaleza, 2-ecosistemas, 3-ecologia,
4-inteligencia, 5-capacidad, 6-entorno, 7-desarrollo, 8-humanidad, 9-impacto
ecológico.
III-TRADUCCION EN INGLES:
Ecological intelligence perfectly illustrates
the ability to apply our knowledge of the effects of human activity to do the
least possible damage to ecosystems and living in a sustainable way in our
niche that at present covers the entire planet.
The demands that we face today require a
sensitivity that allows us to recognize the complex and subtle web of
interconnections linking human life to natural systems.
The awakening of these new possibilities can
collectively take to open your eyes and change our beliefs and perceptions
basically in a sense that cause changes both in the world and in our actions.
Keywords: 1-nature-ecosystems 2, 3-ecology,
4-intelligence, 5-capacity, 6-setting, seven-development, 8-humanity,
9-ecological impact.
IV- TEMA Y
ARGUMENTOS:
INTELIGENCIA ECOLOGICA
·
El
precio oculto de nuestras compras
Saber
quién hizo un producto y en qué condiciones, cuál ha sido y será
su impacto en el medio ambiente, qué compuestos químicos contiene y cuáles
son los posibles efectos sobre nuestra salud, son una de las muchas preguntas
que menos nos importan, cuando compramos un producto; pues estamos inmersos en
un mundo de abundancia material, que tiene un precio oculto que no se refleja
en la etiqueta. Ignoramos las consecuencias de las cosas que compramos, solo
nos importa satisfacer nuestras necesidades y deseos, dejando de lado los
impactos negativos que se originan en el momento de la extracción y elaboración
de sus diferentes elementos compositivos, durante su proceso de
fabricación.
Sin
embargo según Goleman, nunca es tarde para revisar el modo en el que podamos
aumentar nuestra comprensión del impacto ecológico de nuestro estilo de vida,
combinando adecuadamente la inteligencia ecológica que hoy por hoy, constituye
una habilidad esencial para nuestra supervivencia como especie
con la transparencia de mercado, para poner en marcho un mercado que aliente un cambio positivo. Es decir, un mercado que ofrezca información transparente, comprensible y suficiente de todos los productos haría de cada compra un acto geopolítico, en el que pagar por un artículo equivaldría a depositar un voto en una urna.
con la transparencia de mercado, para poner en marcho un mercado que aliente un cambio positivo. Es decir, un mercado que ofrezca información transparente, comprensible y suficiente de todos los productos haría de cada compra un acto geopolítico, en el que pagar por un artículo equivaldría a depositar un voto en una urna.
·
El
espejismo verde
Todos, absolutamente todos los productos que
compramos, ya sea en un gran almacén, el súper o la tiendita de la esquina, le
han pasado factura al medio ambiente. Al comprarlos o consumirlos nosotros
también asumimos un costo, ya que contribuimos a que se mantenga una larga
cadena de eventos necesarios para la fabricación del producto. Dichos eventos
incluyen la extracción de materias primas de sus fuentes naturales, su
transporte, transformación y tratamientos necesarios para la elaboración del
producto.
Por ejemplo tenemos la idea de que una
computadora es un solo objeto, pero al desarmarla vemos que en realidad está
formada por cientos de elementos que a su vez tuvieron su propio proceso de
fabricación. Así, debemos considerar para cada uno de ellos el uso de materias
primas naturales o sintéticas, su propio transporte, procesos industriales de
fabricación y la intervención de muchas otras empresas. Dicha computadora
contiene varios tipos de plásticos en el armazón, módulos electrónicos y
sistemas eléctricos que a su vez pueden separarse en otros componentes
particulares, como metales, otros plásticos, vidrio, alambres, pinturas y más.
• No es “verde”
todo lo que compramos:
Consumir
productos ecológicos es una ilusión, un espejismo. Como acabamos de ver, aún
los empaques reciclados -no solo de vidrio, sino de papel, metal, plástico PET
u otros materiales- están muy lejos de ser “amigables con el ambiente” y mucho
menos innocuos. Entonces, ¿qué consumir y cómo hacerlo? En nuestra condición de
compradores individuales se nos obliga a elegir entre una gama arbitraria de
productos, determinada por las decisiones que previamente tomaron químicos,
inventores, ingenieros industriales, psicólogos, y hasta políticos. Nuestra
capacidad de escoger es ilusoria, pues esas manos invisibles detrás de un
escritorio o dentro de un laboratorio han tomado ya una decisión por nosotros.
No obstante, aun así podemos y debemos tomar cada vez mejores decisiones.
Al
optar por el producto más amigable con el ambiente, en realidad estamos optando
por el menos perjudicial. En mi opinión, no comprarlo si no es necesario sería
lo ideal, porque el verdadero enemigo tras bambalinas es el consumismo, y no me
refiero al que pueden ejercer solo las clases económicamente privilegiadas, pues
éste se da en todos los niveles. Comprar y consumir, por ejemplo, unas papas
fritas que vienen en un empaque de plástico muy seductor, para matar el hambre,
en lugar de prevenirnos con una manzana o algún alimento preparado en casa, es
consumismo.
·
Inteligencia ecológica
La
inteligencia ecológica, constituye una habilidad esencial para nuestra supervivencia como especie. Este tipo
de inteligencia reúne las capacidades cognitivas para preguntarse por los
impactos ambientales y sociales de las propias acciones, junto con una
forma específica de inteligencia social
que inclina a la persona a esforzarse por consolidar círculos virtuosos, en los
que los beneficios ambientales y sociales de sus acciones superen los
perjuicios que éstas mismas puedan causar.
A
pesar de las limitaciones que nos impone nuestra lenta evolución como especie,
nuestra supervivencia nos enfrenta actualmente al reto de poder identificar los
peligros implícitos en el olor de la pintura fresca o estar alerta frente al
plomo en los juguetes, los gases en el aire o los químicos tóxicos en nuestra
comida. Y aunque nuestros instintos no vienen programados para ello, quizás
podamos forjar una reacción emocional de defensa si comenzamos por una
comprensión intelectual de los perjuicios que conllevan las formas cotidianas
de producción y consumo. Si canalizamos nuestras habilidades racionales para
evaluar causas y efectos en un esfuerzo por comprender el impacto ambiental y
social de cada acción que realizamos,
y a
esto le agregamos una forma ampliada de empatía, que no se limite a desplegar
simpatía frente al sufrimiento humano, sino también frente a cualquier forma de
“sufrimiento del planeta”, entonces habremos desarrollado el tipo de
inteligencia ecológica que nos permitirá seguir habitando este planeta.
·
El abismo de Información
Aunque
los fabricantes y proveedores de un determinado producto conozcan su impacto
sobre la salud o el medio ambiente, en contadas ocasiones se muestran
dispuestos a divulgar esos datos a menos que la ley les obligue a ello .Esta
falta de transparencia que hurta a los consumidores el conocimiento de las
consecuencias ocultas de sus compras protege a la empresa de la presión de la
demanda característica de los mercados sanos y competitivos. Carecemos, en
tanto que consumidores, de los datos que nos informen de los efectos positivos
o negativos de un determinado producto y no podemos, en consecuencia, utilizar
esa información para determinar nuestras preferencias. Por su parte, las
empresas que fabrican más barato -y ocultan simultáneamente su peaje sobre el
medio ambiente- suelen estar inmersas en una competencia sin escrúpulos por
capturar una mayor cuota de mercado y lograr márgenes más provechosos.
Cuando
desconocemos el impacto ecológico de lo que compramos, no hay modo alguno de
recompensar las prácticas más meritorias. De vez en cuando, a decir verdad, podemos
encontrar alguna que otra etiqueta ecológica que nos ayuda a tomar decisiones
relativamente más adecuadas. Pero la ausencia de indicadores fieles que alerten
a los compradores de los impactos ocultos de sus compras sólo permite al
mercado recompensar de forma esporádica y exigua los productos ecológicamente
más sanos. Es muy débil, en estas condiciones, la presión competitiva que puede
llevar a los fabricantes a mejorar sus productos. Y pocos motivos tienen los
vendedores para compartir información que pueda ayudar a los compradores a
tomar decisiones más ecológicas.
• La
transparencia Radical:
Una
transparencia de esa naturaleza colocaría a compradores y vendedores en pie de
igualdad y, al poner en evidencia dimensiones ocultas para tomar decisiones que
no sólo recompensen el precio y la calidad, sino que tomen en consideración las
virtudes ecológicas del producto, daría a los compradores la posibilidad de expresar
sus preferencias por productos más sostenibles, más sanos y más justos: así
generarían el mejor incentivo para que productores y vendedores se preocuparan
por sanear sus métodos, sus materiales y sus prácticas y por desarrollar
mejores alternativas.
Un
ejemplo naciente de este fenómeno nos lo ofrece Good Guide, una empresa que
aspira a ser social, ética y medioambientalmente responsable, y cuya misión
consiste, literalmente, en diseñar herramientas que “transformen la relación
habitual que existe entre el consumidor, los productos y las empresas
fabricantes, proporcionando una información rigurosa y comprehensiva en el
punto de venta”.
·
Comercio Justo
Como
bien sabe cualquier director de marca, la reputación que acompaña a un producto
puede colocarlo en un pedestal o arrastrarlo por los suelos. Y la reputación,
como evidencian los estudios neuro económicos sobre la preferencia, es algo muy
frágil, porque una sola nota negativa o positiva puede acabar sesgando nuestras
decisiones de compra. Nuestros sesgos y expectativas movilizan la actividad
cerebral que, a su vez, determina nuestras acciones, que va desde la etiqueta
hasta el estado mental y la decisión.
El
escenario en el que realmente tiene lugar la lucha entre marcas rivales ocurre,
desde esta perspectiva, en los circuitos neuronales del consumidor en el
momento crítico, que dura un segundo o dos, en el que se halla frente a una
caja de detergente. La gente no compra sencillamente las cosas no gira
exclusivamente en torno al precio y la calidad.
·
El Círculo Virtuoso
Uno
los ejemplos más claros de círculo virtuoso nos lo proporciona el movimiento de
la construcción verde. Estamos llegando al final de una larga era de la
industria de la construcción, en la que para aumentar sus beneficios, los
promotores rebajan todo lo que pueden su presupuesto del coste de un edificio,
y todo el mundo, desde arquitectos hasta contratistas, ingenieros, etc.,
compite por conseguir su parte del pastel de ese presupuesto fijo. Ese sistema
lleva a los interesados a una carrera desenfrenada para abaratar los costes y
engordar sus beneficios, sin importar que ello implique rebajar el estándar de
calidad. De este modo, el subcontratista encargado de los sistemas de calefacción
y refrigeración, por ejemplo, tiene razones para instalar, siempre que
satisfagan las normas de fabricación, los productos más baratos que pueda
encontrar, sin preocuparse gran cosa del ahorro de energía y dinero que, a
largo plazo, pueda tener sobre el usuario, el auténtico consumidor.
Ese
sistema de presupuesto fijo opera en las sombras del desarrollo comercial,
oculto de la visión de los inquilinos (y a veces basta de los propietarios del
edificio), que a fin de cuentas son quienes acaban asumiendo los costes. Esas
decisiones cruciales suelen ocultarse en las ofertas de construcción y pasan a
los clientes durante el resto de la vida del edificio, en un ejemplo clásico de
la asimetría de información que caracteriza este mercado.
V.- ORGANIZADOR:
VI-ANALISIS CRITICO (opinión
personal):
·
Para mi persona, Tomando en cuenta que las experiencias y la
ejercitación de las actividades, la inteligencia ecológica nos permite entender
sistemas naturales en toda su complejidad así como también la relación
existente entre el mundo natural y el mundo fabricado por el ser humano.
Pero esta comprensión exige un conocimiento tan vasto que no
cabe en ningún cerebro individual, por ello la complejidad de la inteligencia
ecológica nos obliga a tener en cuenta a los demás y a colaborar con ellos.
VII-CONCLUSIONES:
·
La
inteligencia ecológica extiende la capacidad de
sentir, esta capacidad se rige a todos
los sistemas naturales, atendiendo el sufrimiento del planeta y decidiendo a mejorarlas cosas.
·
Tenemos que aumentar nuestra sensibilidad
para llegar a registrar las amenazas que quedan fuera de los límites de nuestro
radar de alarma del sistema nervioso y aprender al respecto a lo que se debe
hacer.
·
La inteligencia ecológica
ilustra a la perfección la capacidad de aplicar nuestro conocimiento de los
efectos de la actividad humana para hacer el menos daño posible a nuestra
naturaleza.
·
Las interacciones existentes
entre los sistemas fabricados por el ser humano y los sistemas naturales se
denomina inteligencia naturalista.
VIII-BIBLIOGRAFIA:
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