martes, 27 de noviembre de 2012

INTELIGENCIA ECOLOGICA..RUBI


I-TITULO:INTELIGENCIA ECOLOGICA
II-RESUMEN:
La inteligencia ecológica ilustra a la perfección la capacidad de aplicar nuestro conocimiento de los efectos de la actividad humana para hacer el menos daño posible a los ecosistemas y vivir de un modo sostenible en nuestro nicho, que en el momento actual, abarca la totalidad del planeta.
Las exigencias a las que hoy en día nos enfrentamos requieren de una sensibilidad que nos permita reconocer la compleja y sutil red de interconexiones que vinculan la vida humana a los sistemas naturales.
El despertar de esas nuevas posibilidades puede llevarnos a abrir colectivamente los ojos y modificar nuestras creencias y percepciones más básicamente en un sentido que provoque cambios tanto en el mundo como en nuestras acciones.
Palabras claves: 1-naturaleza, 2-ecosistemas, 3-ecologia, 4-inteligencia, 5-capacidad, 6-entorno, 7-desarrollo, 8-humanidad, 9-impacto ecológico.

III-TRADUCCION EN INGLES:
Ecological intelligence perfectly illustrates the ability to apply our knowledge of the effects of human activity to do the least possible damage to ecosystems and living in a sustainable way in our niche that at present covers the entire planet.
The demands that we face today require a sensitivity that allows us to recognize the complex and subtle web of interconnections linking human life to natural systems.
The awakening of these new possibilities can collectively take to open your eyes and change our beliefs and perceptions basically in a sense that cause changes both in the world and in our actions.
Keywords: 1-nature-ecosystems 2, 3-ecology, 4-intelligence, 5-capacity, 6-setting, seven-development, 8-humanity, 9-ecological impact.





IV- TEMA Y ARGUMENTOS:

INTELIGENCIA ECOLOGICA

·         El precio oculto de nuestras compras
Saber quién hizo un producto y en qué condiciones, cuál ha sido y será su impacto en el medio ambiente, qué compuestos químicos contiene y cuáles son los posibles efectos sobre nuestra salud, son una de las muchas preguntas que menos nos importan, cuando compramos un producto; pues estamos inmersos en un mundo de abundancia material, que tiene un precio oculto que no se refleja en la etiqueta. Ignoramos las consecuencias de las cosas que compramos, solo nos importa satisfacer nuestras necesidades y deseos, dejando de lado los impactos negativos que se originan en el momento de la extracción y elaboración de sus diferentes elementos compositivos, durante su proceso de fabricación. 
Sin embargo según Goleman, nunca es tarde para revisar el modo en el que podamos aumentar nuestra comprensión del impacto ecológico de nuestro estilo de vida, combinando adecuadamente la inteligencia ecológica que hoy por hoy, constituye una habilidad esencial para nuestra supervivencia como especie
con la transparencia de mercado, para poner en marcho un mercado que aliente un cambio positivo. Es decir, un mercado que ofrezca información transparente, comprensible y suficiente de todos los productos haría de cada compra un acto geopolítico, en el que pagar por un artículo equivaldría a depositar un voto en una urna.
·         El espejismo verde
Todos, absolutamente todos los productos que compramos, ya sea en un gran almacén, el súper o la tiendita de la esquina, le han pasado factura al medio ambiente. Al comprarlos o consumirlos nosotros también asumimos un costo, ya que contribuimos a que se mantenga una larga cadena de eventos necesarios para la fabricación del producto. Dichos eventos incluyen la extracción de materias primas de sus fuentes naturales, su transporte, transformación y tratamientos necesarios para la elaboración del producto.
  Por ejemplo tenemos la idea de que una computadora es un solo objeto, pero al desarmarla vemos que en realidad está formada por cientos de elementos que a su vez tuvieron su propio proceso de fabricación. Así, debemos considerar para cada uno de ellos el uso de materias primas naturales o sintéticas, su propio transporte, procesos industriales de fabricación y la intervención de muchas otras empresas. Dicha computadora contiene varios tipos de plásticos en el armazón, módulos electrónicos y sistemas eléctricos que a su vez pueden separarse en otros componentes particulares, como metales, otros plásticos, vidrio, alambres, pinturas y más.


•   No es “verde” todo lo que compramos:
Consumir productos ecológicos es una ilusión, un espejismo. Como acabamos de ver, aún los empaques reciclados -no solo de vidrio, sino de papel, metal, plástico PET u otros materiales- están muy lejos de ser “amigables con el ambiente” y mucho menos innocuos. Entonces, ¿qué consumir y cómo hacerlo? En nuestra condición de compradores individuales se nos obliga a elegir entre una gama arbitraria de productos, determinada por las decisiones que previamente tomaron químicos, inventores, ingenieros industriales, psicólogos, y hasta políticos. Nuestra capacidad de escoger es ilusoria, pues esas manos invisibles detrás de un escritorio o dentro de un laboratorio han tomado ya una decisión por nosotros. No obstante, aun así podemos y debemos tomar cada vez mejores decisiones.
Al optar por el producto más amigable con el ambiente, en realidad estamos optando por el menos perjudicial. En mi opinión, no comprarlo si no es necesario sería lo ideal, porque el verdadero enemigo tras bambalinas es el consumismo, y no me refiero al que pueden ejercer solo las clases económicamente privilegiadas, pues éste se da en todos los niveles. Comprar y consumir, por ejemplo, unas papas fritas que vienen en un empaque de plástico muy seductor, para matar el hambre, en lugar de prevenirnos con una manzana o algún alimento preparado en casa, es consumismo.

·         Inteligencia ecológica 
La inteligencia ecológica, constituye una habilidad esencial para  nuestra supervivencia como especie. Este tipo de inteligencia reúne las capacidades cognitivas para preguntarse por los impactos ambientales y sociales de las propias acciones, junto con una forma  específica de inteligencia social que inclina a la persona a esforzarse por consolidar círculos virtuosos, en los que los beneficios ambientales y sociales de sus acciones superen los perjuicios que éstas mismas puedan causar.
A pesar de las limitaciones que nos impone nuestra lenta evolución como especie, nuestra supervivencia nos enfrenta actualmente al reto de poder identificar los peligros implícitos en el olor de la pintura fresca o estar alerta frente al plomo en los juguetes, los gases en el aire o los químicos tóxicos en nuestra comida. Y aunque nuestros instintos no vienen programados para ello, quizás podamos forjar una reacción emocional de defensa si comenzamos por una comprensión intelectual de los perjuicios que conllevan las formas cotidianas de producción y consumo. Si canalizamos nuestras habilidades racionales para evaluar causas y efectos en un esfuerzo por comprender el impacto ambiental y social de cada acción que realizamos,
y a esto le agregamos una forma ampliada de empatía, que no se limite a desplegar simpatía frente al sufrimiento humano, sino también frente a cualquier forma de “sufrimiento del planeta”, entonces habremos desarrollado el tipo de inteligencia ecológica que nos permitirá seguir habitando este planeta.


·         El abismo de Información
Aunque los fabricantes y proveedores de un determinado producto conozcan su impacto sobre la salud o el medio ambiente, en contadas ocasiones se muestran dispuestos a divulgar esos datos a menos que la ley les obligue a ello .Esta falta de transparencia que hurta a los consumidores el conocimiento de las consecuencias ocultas de sus compras protege a la empresa de la presión de la demanda característica de los mercados sanos y competitivos. Carecemos, en tanto que consumidores, de los datos que nos informen de los efectos positivos o negativos de un determinado producto y no podemos, en consecuencia, utilizar esa información para determinar nuestras preferencias. Por su parte, las empresas que fabrican más barato -y ocultan simultáneamente su peaje sobre el medio ambiente- suelen estar inmersas en una competencia sin escrúpulos por capturar una mayor cuota de mercado y lograr márgenes más provechosos.
Cuando desconocemos el impacto ecológico de lo que compramos, no hay modo alguno de recompensar las prácticas más meritorias. De vez en cuando, a decir verdad, podemos encontrar alguna que otra etiqueta ecológica que nos ayuda a tomar decisiones relativamente más adecuadas. Pero la ausencia de indicadores fieles que alerten a los compradores de los impactos ocultos de sus compras sólo permite al mercado recompensar de forma esporádica y exigua los productos ecológicamente más sanos. Es muy débil, en estas condiciones, la presión competitiva que puede llevar a los fabricantes a mejorar sus productos. Y pocos motivos tienen los vendedores para compartir información que pueda ayudar a los compradores a tomar decisiones más ecológicas.

•             La transparencia Radical:
Una transparencia de esa naturaleza colocaría a compradores y vendedores en pie de igualdad y, al poner en evidencia dimensiones ocultas para tomar decisiones que no sólo recompensen el precio y la calidad, sino que tomen en consideración las virtudes ecológicas del producto, daría a los compradores la posibilidad de expresar sus preferencias por productos más sostenibles, más sanos y más justos: así generarían el mejor incentivo para que productores y vendedores se preocuparan por sanear sus métodos, sus materiales y sus prácticas y por desarrollar mejores alternativas.
Un ejemplo naciente de este fenómeno nos lo ofrece Good Guide, una empresa que aspira a ser social, ética y medioambientalmente responsable, y cuya misión consiste, literalmente, en diseñar herramientas que “transformen la relación habitual que existe entre el consumidor, los productos y las empresas fabricantes, proporcionando una información rigurosa y comprehensiva en el punto de venta”.




·         Comercio Justo
Como bien sabe cualquier director de marca, la reputación que acompaña a un producto puede colocarlo en un pedestal o arrastrarlo por los suelos. Y la reputación, como evidencian los estudios neuro económicos sobre la preferencia, es algo muy frágil, porque una sola nota negativa o positiva puede acabar sesgando nuestras decisiones de compra. Nuestros sesgos y expectativas movilizan la actividad cerebral que, a su vez, determina nuestras acciones, que va desde la etiqueta hasta el estado mental y la decisión.
El escenario en el que realmente tiene lugar la lucha entre marcas rivales ocurre, desde esta perspectiva, en los circuitos neuronales del consumidor en el momento crítico, que dura un segundo o dos, en el que se halla frente a una caja de detergente. La gente no compra sencillamente las cosas no gira exclusivamente en torno al precio y la calidad.

·         El Círculo Virtuoso
Uno los ejemplos más claros de círculo virtuoso nos lo proporciona el movimiento de la construcción verde. Estamos llegando al final de una larga era de la industria de la construcción, en la que para aumentar sus beneficios, los promotores rebajan todo lo que pueden su presupuesto del coste de un edificio, y todo el mundo, desde arquitectos hasta contratistas, ingenieros, etc., compite por conseguir su parte del pastel de ese presupuesto fijo. Ese sistema lleva a los interesados a una carrera desenfrenada para abaratar los costes y engordar sus beneficios, sin importar que ello implique rebajar el estándar de calidad. De este modo, el subcontratista encargado de los sistemas de calefacción y refrigeración, por ejemplo, tiene razones para instalar, siempre que satisfagan las normas de fabricación, los productos más baratos que pueda encontrar, sin preocuparse gran cosa del ahorro de energía y dinero que, a largo plazo, pueda tener sobre el usuario, el auténtico consumidor.
Ese sistema de presupuesto fijo opera en las sombras del desarrollo comercial, oculto de la visión de los inquilinos (y a veces basta de los propietarios del edificio), que a fin de cuentas son quienes acaban asumiendo los costes. Esas decisiones cruciales suelen ocultarse en las ofertas de construcción y pasan a los clientes durante el resto de la vida del edificio, en un ejemplo clásico de la asimetría de información que caracteriza este mercado.

 V.- ORGANIZADOR:



VI-ANALISIS CRITICO (opinión personal):
·         Para mi persona, Tomando en cuenta que las experiencias y la ejercitación de las actividades, la inteligencia ecológica nos permite entender sistemas naturales en toda su complejidad así como también la relación existente entre el mundo natural y el mundo fabricado por el ser humano.
Pero esta comprensión exige un conocimiento tan vasto que no cabe en ningún cerebro individual, por ello la complejidad de la inteligencia ecológica nos obliga a tener en cuenta a los demás y a colaborar con ellos.

VII-CONCLUSIONES:
·         La inteligencia ecológica extiende la capacidad de  sentir, esta capacidad se rige a  todos los sistemas naturales, atendiendo el sufrimiento del planeta  y decidiendo a mejorarlas cosas.

·         Tenemos que aumentar nuestra sensibilidad para llegar a registrar las amenazas que quedan fuera de los límites de nuestro radar de alarma del sistema nervioso y aprender al respecto a lo que se debe hacer.

·         La inteligencia ecológica ilustra a la perfección la capacidad de aplicar nuestro conocimiento de los efectos de la actividad humana para hacer el menos daño posible a nuestra naturaleza.


·         Las interacciones existentes entre los sistemas fabricados por el ser humano y los sistemas naturales se denomina inteligencia naturalista.

VIII-BIBLIOGRAFIA:
(http://es.scribd.com/doc/76303505/Inteligencia-Ecologica-Daniel-Goleman)

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