Comportamiento Animal
· Comportamiento innato
Se refiere al grupo de respuestas espontáneas heredadas durante la evolución del embrión o feto, es decir, se trasmiten de padres a hijos y por lo tanto no se aprenden.
La generación de estas respuestas no es atribuible directamente al ambiente. El comportamiento innato se trasmite, de la misma manera que la forma, el tamaño y el color de los animales.
Aunque cada animal hereda de sus padres características particulares, todos los que son de un mismo tipo poseen caracteres semejantes; por eso se parecen entre sí todas las arañas, todos los canarios, todos los conejos, todos los seres humanos, etcétera, y se comportan de formas similares.
Ejemplos: el tejido de la tela de araña, la creación de nidos por parte de las aves, el vuelo de una mariposa recién nacida, el nadar de los patos recién nacidos quienes apenas salen del huevo, ya corren hacia el agua, nadan y bucean, remueven el lodo con su pico y engrasan sus plumas.
El comportamiento innato de un animal está de acuerdo con las condiciones del mundo en que vive. Este comportamiento no se modifica, aunque el medio cambie.
Se puede observar lo anterior en circunstancias que no son las habituales para un animal. Por ejemplo, los gatos tapan con tierra sus excrementos. Pero si observamos a un gato en un lugar donde no haya tierra, se notará que rasca el piso de todos modos, aunque no logre tapar sus excrementos.
El comportamiento innato incluye a las taxias (tropismos y tactismos), los reflejos (respirar, bombeo del corazón) y los instintos (protección de las crías, sobrevivencia, alimentarse).
Actualmente, este concepto es centro de grandes controversias, ya que no parece que pueda desarrollarse ningún carácter hereditario sin la relación del medio ambiente —en interacción— con la información genética del individuo.
· Comportamientos adaptativos
Son las reacciones que desarrollan los organismos para vivir bajo determinadas condiciones del ambiente.
Estos comportamientos, a diferencia de los innatos, se desarrollan lentamente, requiriendo muchísimo tiempo para que se constituyan en un comportamiento adaptativo. Ejemplo: el coipo que nada gracias a las membranas natatorias de sus patas traseras.
· El comportamiento adquirido
Son las respuestas aprendidas por los individuos a través de su vida. El comportamiento adquirido es un comportamiento continuamente modificable mediante la experiencia de cada organismo individual.
El comportamiento adquirido incluye la habituación, el aprendizaje condicionado, y formas más complejas de conducta como las que le permiten al hombre producir, crear, descubrir e inventar.
Ejemplos: Hay aves que se alimentan de insectos; pero deben aprender que algunos tienen sabor desagradable o poderosos aguijones, para no volverlos a comer. Los leones jóvenes se ejercitan para atacar a su presa; primero, observan cómo lo hace su mamá y después le ayudan. Las ardillas reconocen, toman y abren las avellanas y nueces sin necesidad de aprender. Pero sólo por experiencia, logran hacerlo de la manera más fácil y rápida.
Entre los organismos vivos, la mayor parte del comportamiento es innato en el sentido de que cualquier miembro de una especie mostrará de manera predecible cierta conducta sin haber tenido ninguna experiencia particular que conduzca a ella (por ejemplo, un sapo que atrapa una mosca que se desplaza dentro de su campo visual). Sin embargo, algo de este potencial innato de conducta requiere que el individuo lo desarrolle en un ambiente completamente normal de estímulos y experiencias. En los seres humanos, por ejemplo, el habla en un niño se desarrollará sin ningún entrenamiento especial si el pequeño puede escuchar e imitar el habla en su propio medio.
Cuanto más complejo es el cerebro de una especie, más amplio es su repertorio de respuestas. Las diferencias en la conducta de los individuos se originan en parte en las predisposiciones heredadas y parcialmente en sus distintas experiencias, especialmente en el caso particular de los seres humanos.
· El comportamiento en la protección de las crías
La mayoría de las especies animales aseguran la supervivencia de la especie, cuidando de sus crías hasta que éstas son capaces de alimentarse y defenderse por sí mismas.
Este comportamiento puede calificarse de innato, aunque a veces se ha modificado favorablemente por medio del aprendizaje.
El comportamiento de las especies de aves voladoras es un caso notable. Construyen con esmero los nidos adecuados y esperan el nacimiento de sus polluelos. Éstos nacen completamente indefensos, sin, plumas e incapaces de alimentarse. Sus padres los protegen, los abrigan y les traen el alimento necesario, que los polluelos saben recibir abriendo el pico (respuesta innata). Esto dura hasta que las crías alcancen una edad que les permita alimentarse por sí mismas.
El instinto de cuidar sus crías es notorio en las aves. Por ejemplo, la golondrina de mar aprende a distinguir a sus hijos de entre los demás de la misma comunidad y sólo alimenta los propios.
Otra actitud que parece digna de imitar es el cuidado y afecto que entregan los padres monos a sus hijos.
Es posible que todos hayamos visto en zoológicos o películas, el cariño conmovedor que la madre mona prodiga a su hijo: lo lame, le saca los piojillos, lo alimenta, lo abraza y acuna. Cuando el monito se hace más independiente, la madre le permite alejarse de ella, pero sin perderlo de vista; vigila que no realice actividades arriesgadas o que se acerque a animales que la puedan hacer daño. Ante la más leve señal de peligro, ella emite un grito especial que su lujo reconoce; corre hacia la madre y se estrecha apresuradamente contra su pecho para huir juntos. Llama la atención la obediencia de los monitos pequeños que manifiesta, sin duda, la confianza que depositan en su madre.
La mayoría de los monos se comunican entre sí mediante una serie de sonidos que han ido aprendiendo de generación en generación (comportamiento adquirido), lo que facilita la protección de las crías frente al peligro. Un grito de alarma en la tribu alerta a todos para ponerse a salvo detrás de rocas o sobre las ramas de los árboles más próximos.
En la naturaleza se ha observado que cuanto más evolucionado es un vertebrado, desde peces hasta mamíferos, mayor es el interés y el cuidado que prodiga a sus crías y en consecuencia a toda la especie.
En este aspecto merece destacarse una clase de sapos en la que la hembra pone sus huevos y es el macho que continua la tarea de cuidado y crianza de los sapitos. En una forma asombrosa, éste sostiene los huevos alrededor de sus patas posteriores, los carga continuamente y por las noches los remoja en alguna charca para que no se deshidraten. El instinto de protección a los hijos está tan desarrollado en estos sapos que su comportamiento se asemeja al de los animales más evolucionados.
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